maeda-ai - Paradiso
Paradiso

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Maeda-ai - Paradiso

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More Posts from Maeda-ai

5 years ago

Amor de habitación

image

Anime: Candy, Candy

Rating: M

Pareja: Terry & Candy

Sinopsis: Oneshot. Es que no debió permitir que pasara, pero quería disfrutar de este amor que solo podía expresarse entre cuatro paredes, un amor de habitación. Quizá más adelante la vida les permitiría vivir su amor con libertad.

Advertencia: Lemon (NSFW)

*~*~*~*~*~*~*~*~*~*

Por: Maeda Ai

*~*~*~*~*~*~*~*~*~*

.

. . . Y la voz se le fue. No podía evitarlo, verlo ahí, en su habitación a estas horas de la noche, no era algo que esperase.

Su primera reacción hubiese sido gritar, más eso les hubiese traído grandes problemas a ambos.

"A mi más que a él."

Pensaba la rubia, quien trataba de cubrirse con las gruesas cobijas.

¿Cubrirse?, por favor !; si la bata de dormir la cubría totalmente, sin dejar siquiera un poco de su blanca piel al descubierto.

" Demasiado conservador. "

El muchacho de castaños cabellos no entendió porque aquel pensamiento cruzó su por su mente, pero así fue.

Bueno, la chica aunque aniñada y con el comportamiento de un verdadero marimacho, no dejaba de resultarle interesante….

* ¡ Y bonita !. *

* ¿Qué dijiste?. *

La joven de las coletas casi le gritó; si lo que él pretendía era hablar en voz baja o simplemente pensar, pues había fracasado, Candy escuchó claramente el adjetivo que había utilizado para referirse a ella, logrando con esto que sus mejillas se tiñesen de rojo.

"Hermosa."

Fue un pensamiento que Terry no pudo evitar.

La bata de dormir la cubría en su totalidad, aun así, el castaño no era capaz de explicarse por que se sentía sofocado.

Olvidándose de los modales, la rubia abandonó la cama y las cobijas que a su cuerpo cubrían, dirigiéndose valientemente a encararse con el intruso en su habitación; estaba dispuesta a echarlo fuera, no importaba que la recamara estuviese en el tercer piso.

"Se lastimará."

Le decía su conciencia, pero ella la ignoraba; estaba furiosa, la forma tan fija y descarada con que Terry la miraba la hacia rabiar.

Y justo estaba por echarlo a patadas cuando su mirada se encontró con la de aquel chico tan rebelde... y el enojo… se le fue. Candice White suspiró hondamente, incapaz ya de pelear o discutir.

* Aun no me has dicho que haces aquí. *

Aquellas palabras lo sorprendieron; la observó atento tan solo por un segundo, pero mirarla lo afectaba de alguna forma, lo perturbaba, se sentía nervioso, y no pudiendo con esto, Terry elevó la mirada hasta el techo.

* Me equivoque de habitación. *

Tan simple y sincera la respuesta del muchacho que guardaba sus manos dentro de los bolsillos de los pantalones. Era difícil creerlo y debían aceptarlo, peor... esta era más o menos la tercera vez que mantenían una conversación… y les gustaba.

* ¿Te equivocaste de habitación?; tu alcoba esta al otro lado del colegio y… ¿tu quieres que te crea?. *

* ¡ Vamos !, no sería la primera vez, Albert me trajo una vez aquí, ¿o no?. *

Los labios de la rubia se curvearon formando una sonrisa; ese era un grato recuerdo, en especial por Albert, pero… la única posibilidad de que Terry se equivocase de habitación, era que, una vez más, estuviese ebrio.

* Y… ¿cuanto bebiste, ah?. *

El joven sonrió con malicia, y él que trataba de ocultar su aliento alcohólico, lo que menos quería era tener que soportar uno de los tantos sermones de la niña de las coletas. En realidad solo deseaba tumbarse sobre una cama y dormir, al menos así fue antes de ver a la chica frente a él, ahora tenía infinitos deseos de estar preso entre los brazos de Candy, y tenerla aprisionada entre los suyos.

"Ha de ser influencia del alcohol, nada más."

Pensaba el muchacho, más bastó la cercanía de la rubia para considerar que quizás era más que aquello.

Candice le daba leves empujones para echarlo de su habitación, lo que menos deseaba era tener problemas por culpa de este hombre, eso sin mencionar que su presencia la perturbaba, la ponía nerviosa y no quería ni pensar por qué. Y fue precisamente en uno de esos empujones, cuando Terry no pudo contenerse más…

Sujetó suavemente las manos de Candy, inmovilizándola por completo. Ahí estaba ella, frente a él con bata de dormir... no pudo más, algo en él no resistió la tentación… la besó.

Jalándola con suavidad, la recibió y atrapó entre sus brazos, presionando sus labios contra los de ella, que, sorprendida y sin esperarse nunca lo que ahora pasaba, tardó en reaccionar. Estaba nerviosa, confundida, pero lo que más la asustaba era el hecho de que aquel contacto le daba una sensación agradable que le gustaba, le gustaba mucho.

Intentó separarse, pero el muchacho la sujetó con fuerza, impidiéndole siquiera moverse a pesar de que sus labios por fin se habían liberado.

* Eres un idiota. *

Le gritó ella, estampándole la mano derecha en la mejilla; había furia en sus chispeantes ojos verde esmeralda, pero ni con eso borró la traviesa sonrisa que Terry tenía en el rostro.

* Pero si me correspondiste. *

El joven de largos cabellos se tocó la mejilla ahora roja y adolorida, fingiendo inocencia.    Pero era cierto, por un momento, tan solo por un instante, ella correspondió la caricia. Furiosa con él y consigo misma, trató de abofetear por segunda vez al chico, más no le fue posible; con un rápido movimiento, Terry la sostuvo por las muñecas y con una violencia casi tranquila y sutil, la acorarlo entre la pared y su cuerpo.

* Vamos, Candy, es solo un beso. *

Le susurró al oído, haciéndola estremecer, más ningún escalofrío se compararía a los que le hizo sentir con las caricias de las que era objeto, y ni que decir de los ardientes labios recorriendo su cuello, besándola como si no pudiese controlarse y permanecer en un solo lugar por más de diez segundos.

* E-espera, detente… ¡ YA !. *

La rubia le suplicaba, pero el castaño parecía no escucharla y lejos de complacerla, separó sus largas y delgadas piernas al hacer presión con su rodilla.

Candy se decepcionó de si misma al percatarse de que había dejado de resistirse y en cambio abrazaba al heredero Granchester.

Respiraba agitada mientras saladas lagrimas se deslizaban dolorosamente por sus mejillas, se sentía humillada, más poco a poco todo sentimiento de culpa fue desapareciendo gracias a las atrevidas caricias del muchacho de cabellos castaños.

* Oh !, Terry… *

De pronto, un suave susurro escapó de los labios de la rubia, y al escucharla, el jovencito no pudo controlarse más. Cargó en sus brazos la frágil figura de Candy, llevándola hasta la única cama en la habitación, recostándola cuidadosamente sobre las frías y finas cobijas.

Él la observó atentamente, permitiendo que sus miradas se cruzaran por breves instantes, luego, sin mediar palabra alguna, volvió a besarla, le sorprendió que sus labios fuesen recibidos sin oposición alguna, le correspondía, ella le correspondía.

Terius tardó más en pensarlo que en deshacerse de la ropa que ahora resultaba estorbosa, mostrando su perfecto y joven cuerpo varonil ante una Candy a la que la palabra “avergonzada” le quedaba corta.

* T-Te... ¡ Terry !… *

La chica desvió la mirada; era demasiado para ella; su educación, la moral, el pudor, todo aquello la atormentaba, más las manos del muchacho acariciaron su rostro.

* Te deseo. *

* Terry, yo… es que yo… *

No terminó la frase, el joven la tomó en un nuevo beso, ahora más apasionado que los anteriores. Candice se dejó sumergir en la dulzura de los labios de su compañero; sonrojada, cerró sus ojos esmeralda, ya totalmente entregada, temblando ante las ansiosas manos del Granchester, que recorrían con lujuria su silueta, primero por encima de la fina tela de la bata, luego sobre su suave y pálida piel.

Ni siquiera supo como es que Terry se deshizo de todas sus prendas, para cuando se dio cuenta, estaba desnuda, piel con piel entre los brazos de este ardiente hombre que no paraba de besarla. Más llegó un momento en el que Candy, avergonzada y con el rostro ardiendo en rojo, trató de cubrir su desnudez.

* No te escondas de mi. *     _Le habló él._     * No tiene caso. *

Terry acariciaba la espalda de la mujer, mientras sostenían un contacto visual que los hizo estremecer. Candy halló la pasión y el deseo en aquellos ojos oscuros, y él, él descubrió la calidez y la inocencia en sus tiernos ojos verdes.

* Tarzan pecosa es muy bella… ¿quién lo diría?. *

* ¿Te estás burlando de mi?. *

Terry rió divertido al notar el enojo que sus palabras provocaron en la chica, le gustaba hacerla rabiar.

"Se ve hermosa al enojarse."

Pero no, sus comentarios eran ciertos. Siempre pensó que la rubia era una linda chica, aunque dijese lo contrario, más nunca creyó que Candy fuese tan tremendamente hermosa. No, no era solo su cuerpo lo que él estaba admirando, había más… mucho más.

Unió sus labios a los de ella nuevamente, como si no pudiese dejar de probarlos por mucho tiempo; la inocencia de esta chica lo volvía loco y eso lo hacia desearla aun más. Así, poco a poco recorrió la suave piel de su cuerpo; primero sus lagas y bien formadas piernas, luego la estrecha cintura de la rubia.

"No cabe duda de que el uniforme del colegio hace un buen trabajo al ocultar su figura de mujer."

Pensaba Terry al percatarse de que aquella niña rebelde, ya no era una niña. . . sino una bien formada mujer.

Finalmente, oprimió sus deseables pechos, ahh!, esos tentadores y bellos senos cuyos botones sonrosados lo invitaban a beber de ellos. Al sentirlo, Candy abrió desmesuradamente los ojos y sabrá dios como hizo para ahogar un gemido de sorpresa, y los que vinieron de placer, al sentir como este muchacho envolvía uno de sus pezones con sus labios.

Fue peor sentir la lengua del castaño, jugar jadeante con su pezón izquierdo, mientras una de sus manos se posaba sobre el otro pecho de la mujer, explorando la pequeña esfera.

* Ahh T-Terry, no ahh... *

Avergonzada, si, pero muy excitada, la rubia trataba de no gemir, más le era realmente difícil; la lengua y los labios del muchacho hacían maravillas sobre su cuerpo.

* Ya no, detente, aahhhh… *

No entendía como es que rogaba para que esto terminase, en realidad no lo deseaba, no!. Y Terry, lejos de escuchar las suplicas de la avergonzada señorita, disfrutaba de aquel cuerpo a su entero gusto.

Dispuesto a tenerla por completo, hundió sus dedos en la intimidad de la rubia, sorprendiéndola aun más con sus suaves, aunque ansiosas caricias sobre el botón de placer de la chica Los gemidos eran constantes y cada vez le costaba más trabajo reprimirlos.

Ya no le importaba nada, la excitación fue más grande que el pudor y la vergüenza; se encontraba aferraba a Terry, susurrándole al oído palabras que lo incitaban a continuar, retorciéndose de placer bajo su cuerpo, moviendo las caderas en busca de un mayor contacto con los atrevidos dedos del pelilargo.

* Oh, Terry, Terryyy !!… *

De pronto se abrazó fuertemente escondiendo el rostro en el hombro de Terry; choques eléctricos nacieron en su sexo y recorrían su vientre, haciéndola jadear. Había experimentado algo verdaderamente intenso, haciendo verdaderos milagros para no gritar del gusto.  No sabía, ni entendía, muy bien lo que estaba sintiendo, pero le gustaba, le gustaba mucho, y que Terry fuese quien la hiciera sentirse así… la hacia feliz.

Respiraba agitada, su aliento chocando con el atractivo rostro del castaño.

* Terry, yo… *

Él la besó, las palabras poca falta hacían ahora. Con suavidad deshizo los moños rojos que sostenían el cabello de Candy, dejando que este descansara sobre sus hombros y espalda.     Se veía todavía más hermosa.

Solo la miró un instante, aun acariciándole las piernas con una mano, mientras con la otra, guiaba su hombría a la vagina de la chica.

* Terry, espera… *

Le pidió al sentir como la punta de aquel pene buscaba adentrarse en ella; estaba aterrada. De esto nada sabía y por ende le temía a tantas cosas; al dolor, a aquello que no entendía y de lo que nunca habló con nadie.

Más Terry acarició con suavidad sus mejillas, mostrándole una linda sonrisa, relajándola, dándole confianza. Entonces, en medio de un nuevo beso, el chico presionó poco a poco, haciendo que su miembro entrara a la cálida y húmeda vagina de su nueva compañera de cama, que lo recibía con ligeras palpitaciones.

A pesar de todo, Candy se hallaba excitada y solo atinaba a gemir tímidamente entre los tantos besos que el muchacho mantenía con ella, le gustaba lo que el heredero de los Granchester le estaba haciendo sentir. Más de pronto un ligero dolor la hizo dudar.

* Terry, espera, me lastimas… *

Pero él la ignoró, excitado, entusiasmado, introdujo con más fuerza su miembro sin saber que rompería una parte intima de la mujer. Y Candy lloró ante un dolor que no esperaba, aferrada al cuerpo desnudo de su amante, sollozando inconsolable. Fue un verdadero milagro que no gritase por la sorpresa y el dolor.

Terry la llenó de besos, disculpándose por su falta de delicadeza. No era la primera vez para él; mujerzuelas o sirvientas, con ellas aprendió la técnica, el sexo, fue por hacer enfadar a su padre y por mero placer, más nunca estuvo con una joven virgen, pura.

* Fui un idiota, debí suponer que tu lo eras... *

Le susurró entre besos, limpiando las lagrimas que se deslizaban por sus sonrojadas mejillas.

* ¿Me perdonas?. *

Preguntó, en una mezcla de verdadera culpa y jugueteo, como quien trata de disculparse con un pequeño niño.

Candy no respondió; dolida, cerró los ojos, girando el rostro a un costado.    Respiraba agitada mientras el castaño seguía besándola, ahora con más tranquilidad, acariciando esa suave y fina piel de niña, no, de mujer.

Terry jadeaba cerca del oído de la chica, meciendo suave y tranquilamente sus caderas, relajándola, complaciéndola.

* Me dolió mucho… *  _Reprochó ella._  * ...ten más cuidado. *

La rubia terminó abrazándolo, dejando al muchacho más que desconcertado con sus palabras. Él la estrechó con cuidado, se sentía ligeramente extraño, su corazón latía con fuerza; aspirando su dulce y embriagador aroma. La deseaba tanto.

Con un poco más de cuidado, reinició con la lluvia de besos y caricias.    Como el experto que era, Terius hacia magia con sus manos, que ardiente, pero delicadamente, recorrían la piel de la que sería su amante en esta noche.    Y sus labios… dios!!, sus labios que saboreaban los contornos de sus pequeños senos.

El ir y venir de sus caderas se volvió constante, aunque tranquilo; el dolor de la joven quedó olvidado en algún momento y era ahora el placer el que recorría su cuerpo inexperto. Candy gemía calladamente, no quería que alguien la escuchase disfrutar de la forma en que el joven Granchester le hacia el amor.

* Ah, ah, Terry, no te de-detengas... *

Respiraba agitada, retorciéndose de gozo bajo el cuerpo varonil de su compañero, quien enterraba su espina de forma casi desesperada, las ansias lo desquiciaban. A Terry le costaba creer que una niña inexperta como Candy lo hiciese disfrutar de este modo tan agotador. Y es que con ella se ha esforzado más que con ninguna otra.

"Quizá... porque Candy en verdad me importa."

Pensó, poco antes de aferrarse a la curva de su cintura, elevando la figura de la rubia para acomodarse, ahora sentado sobre la cama de la joven y ella encima de él, cruzando las largas piernas alrededor de la espalda del castaño.

Terry sonrió complacido, mientras veía como su acompañante prácticamente brincaba sobre su entrepierna, que entraba tan rápido como salía, una y otra vez, en un exquisito roce que le daba placer a ambos cuerpos.

Así, la rubia sentía por primera vez las exquisitas sensaciones que la excitación provoca en el cuerpo humano; desesperada, clavaba sus finas uñas en la espalda de su amante, que sonriente se deleitaba. Más de pronto, él se detuvo; la sentía vibrar, la sentía derretirse entre sus brazos.

* Ah, no, mi niña… lo estas disfrutando demasiado, ¿no lo crees?. *

Una sonrisa traviesa adornó el atractivo rostro del castaño. Era muy perverso al negarle el deleite de un orgasmo a su rubia compañera. Sonrojada, su delgada figura bañada en sudor y su suave cabello esparcido sobre la almohada… que bella, que sexy.

Y él creyendo que podía dominarla, le hacia la travesura de detenerse… que iluso!.

* Terry, no te detengas, no ahora. *

Excitada, Candy le suplicaba; necesitaba satisfacer a su cuerpo y esto era tan frustrante.

Escucharla despertó algo en él, que no podía negarse y mucho menos cuando los chispeantes ojitos esmeralda lo miraban intensamente.

Reinició con el acto sexual, sin poder apartar la mirada de la expresión tierna de su compañera.

La penetraba constante, aunque suavemente, al tiempo que la rubia gemía agradada casi en la cima del placer, retorciéndose desesperada bajo el cuerpo varonil de su amante… y arqueó la espalda mientras cerraba los ojos, mordiéndose las uñas.

Luego, su vagina comenzó a contraerse y una serie de espasmos invadió su cuerpo, obligándola a aferrarse al castaño. Un orgasmo la recorría, que deliciosa sensación, más aun, porque Terry no paraba de embestirla con su hombría.

Candy se hallaba cansada, respirando agitada bajo el cuerpo de aquel que la había convertido en su amante. Lo miraba fascinada, nunca lo había visto así, con su apuesto rostro delatando el placer que su cuerpo albergaba.

Cuando la excitación se volvió insoportable, el muchacho la penetró una, dos, tres veces más, para luego deslizar su miembro fuera de la intimidad femenina y derramar un liquido cremoso y blanquizco; su semen que manchaba las sabanas. Candy lo miraba agitada, su vagina aun se contraía buscando retener la espina del muchacho, aquel miembro que la había abandonado desde hacia unos momentos.

Sus hermosos ojos esmeralda se ensombrecieron, comenzando a llenarse de lagrimas. Empujó ligeramente al castaño, alejándolo de ella y mostrándole la desnudez de su espalda… comenzó a llorar.

* ¿Qué hice, dios mío?, ahh, e-esto es grave y, y... *

* No lo hiciste, lo hicimos, Candy. *

Terry se acercó, abrazándola desde atrás, ambos sentados sobre la cama; el heredero Granchester acariciaba con ternura los brazos de la rubia al tiempo que depositaba pequeños besos sobre el cuello y la espalda de la chica.

* Es que, es que... no debí permitir que pasara... fui débil, tonta y es que yo, yo te quiero tanto y, y... *

Terry sonrió con las entrecortadas palabras de su compañera. Por eso le gustaba tanto, Candy era tan distinta a las demás, ella era tan fuerte y valiente a pesar de su condición de mujer; tan bella y tierna…

"Y me quiere..."

Pensó el castaño Sí, no tenía caso negárselo a si mismo, esa mujer se adueñó de su rebelde y dolido corazón, la quiere y por eso… por eso terminaron haciendo el amor.

Con toda delicadeza, Terius hizo que la chica quedase de frente a él, llenándola de besos y susurrándole tiernas palabras. Se recostaron de nuevo sobre la pequeña cama, abrazados, él acariciando los dorados cabellos de la mujer y esta descansando sobre el pecho de su compañero.

Era tarde y él debía regresar a su dormitorio, al otro lado del colegio, pero… ahora, solo por ahora, quería disfrutar un poco más de la compañía de la hija adoptiva de los Andri. Disfrutar de este amor que solo podía expresarse entre cuatro paredes, un amor de habitación.

Seguramente mañana volverían a ser ese par de muchachos que fingen odiarse y reñir por cuanta cosa sea posible, pero tan solo por un minuto más, el castaño quería ser quien abrazaba a la rubia, ser los dos enamorados que realmente eran… desnudos y abrazados, esperando el amanecer.

Y quizá, más adelante, la vida les permitiría vivir su romance… libremente.

Finalizado.

*~*~*~*~*~*~*~*~*~*

El título se me ocurrió después de escuchar una canción con ese nombre.

Una relación que se da cuando ellos están en el colegio en Londres... la verdad, cuando Terry entró por accidente a la habitación de Candy (y viceversa), se me ocurrió una situación como ésta.

~*~

Este fanfiction fue escrito por MAEDA Ai. Y es material de “Fallen Angel”.

Totalizado el 23 de Enero de 2005.

La dama del Hentai: Maeda Ai

*~*~*~*~*~*~*~*~*~*


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5 years ago

time has arrived   時間が来ました

5 years ago

Unión de razas; unión de mundos

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Anime: InuYasha

Rating: M

Pareja: Inuyasha & Kagome

Sinopsis: One-shot. Por primera vez tenía la fuerte necesidad de estar con ella, quería verla, oir su voz, percibir su agradable aroma... volver a sentir sus labios sobre los suyos y, también, quizás... 

Advertencia: Lemon (NSFW)

*~*~*~*~*~*~*~*~*~*

Por: Maeda Ai.

*~*~*~*~*~*~*~*~*~*

.

Insistentes y tormentosos recuerdos inundan la mente del joven; desesperantes, si!, pero bastante agradables al fin y al cabo.

Ella lo había besado; sin prevenirlo, sin señal de las intenciones que tenía... sin motivo alguno para hacerlo. Se acercó rápidamente hasta él y de inmediato unió sus delicados y suaves labios a los de él, que parecían fríos como el hielo, pues al igual que el resto de su cuerpo no solo eran resistentes, sino también aparentemente insensibles.

Y ahora, gracias a la osadía de aquella mujer, mantenía una lucha sin sentido en contra de sus desorientados pensamientos. Por si esto fuera poco, tenia la imperante necesidad de verla cuando menos; de ser posible, tocarla, exigirle que uniera sus labios a los suyos una vez más, pero... ¿y su orgullo?, su fama de demonio sin corazón, ¿donde quedaría?. Cerró los ojos; recordó el momento justo en que los labios de la jovencita habían tocado los propios e invitaban a estos últimos a moverse al compás los de ella. Con tales recuerdos, al joven le fue imposible evitar que su corazón latiera con más fuerza rogando que aquella sensación se repitiera...

* Maldición. * De pronto, la voz del chico interrumpió los sonidos del bosque. El dueño de dicha voz, que se encontraba recostado sobre la gruesa rama del enorme árbol sagrado en el que se selló a su espíritu por cincuenta años, partió en busca de aquella chica que tanto atormentaba a su ser. Su agilidad; rapidez con la que había sido dotado, le permitió llegar en cuestión de segundos a aquel portal que lo transportaría hasta donde ella se encontraba. La duda de si debía o no continuar lo llevó a levantar la ceja izquierda. No lo pensó más, se lanzó al interior de un pozo que no parecía tener gran profundidad, pero en el que una vez dentro se experimentaba la sensación de caer al vacío total. He aquí otro tiempo; una época distinta y totalmente ajena a él. Traspasando toda lógica, rompió la barrera del tiempo tan solo para estar en el mismo lugar que ella, pero... ¿Cómo encontrarla ahora?; había entrado en la casa con anterioridad pero no estaba familiarizado por completo con dicho lugar. La respuesta al agobiante problema apareció junto con el extraño aroma que caracterizaba a la criatura que buscaba; un aroma penetrante que sobresalía entre cualquier otro que estuviese en el ambiente. Guiado inconscientemente por tan agradable olor, recorrió cuidadosa y sigilosamente la tan extrañamente moderna casa que resguardaba a la mujer. Deslizando puertas, caminando tranquilo por los pasillos del pequeño lugar, llegó finalmente al que parecía ser su destino. Justo frente a él, una puerta distinta a las demás le separaba de aquella a quien tanto buscaba. Entró rápidamente a la habitación; inquieto estaba ante la posibilidad de que alguien lo descubriese, o peor aun, de despertarla. Ahí estaba, cubierta por algunas cobijas; tranquila y pacifica... tan hermosa ella. El joven la observó de cerca totalmente atraído por la belleza de la mujer; se acercó cauteloso para admirarla mucho mejor. * Kagome... * Susurró. No pudo evitar pronunciar su nombre casi en un suspiro. Al verle, lo único que deseó en ese instante fue decir una palabra... su nombre. El tono de su voz era triste, melancólico. Se preguntaba: ¿qué hacia ahí?, y ¿por qué?. Si ya sabia que entre ellos, nada de lo que intentaran podría funcionar jamás. Ahora solo buscaba la forma más rápida y segura de salir de ahí y regresar a su época; pero antes, necesitaba al menos tocarla... Fueron sus manos que guiadas por la necesidad de sentirla acariciaron suavemente el largo y oscuro cabello de la jovencita. No siendo esto suficiente, el chico acercó lentamente su rostro al de Kagome, y estando a escasos centímetros de ella, se detuvo. No pudo besarla, no así, mientras dormía. Se dio vuelta dispuesto a retirarse antes de que la joven notase su presencia, pero esto no le fue posible... * Inu-Yasha... ¿eres tú?. * El hanyou se detuvo en seco pues creyó haber sido lo suficientemente cuidadoso como para no despertarla. Aun sin dar la cara a la joven, respondió afirmativamente pero con intenciones de salir cuanto antes del lugar, a menos que quisiera terminar estampado en el piso con un “Osuwari”. * Por favor, espera. * Inu-Yasha pareció caminar en reversa, aun sin encararla, cuando escuchó aquella petición hecha por la joven. Kagome dejó la cama dispuesta a acercarse a este hombre mitad demonio. Abrazándolo desde atrás, acomodó la cabeza sobre la cálida espalda del joven al tiempo en que rodeaba el pecho del mismo. * Por qué has venido?. * * Por nada en especial. Ahora mismo me retiro. * Bastó con que ella oprimiera suavemente el abrazo para que Inu-Yasha no se moviera; no por la fuerza, sino por las intenciones de la muchacha. Dándose vuelta para al fin encararla, Inu-Yasha pudo observar a una hermosa jovencita cuyo cuerpo estaba cubierto tan solo por una prenda de tela exageradamente delgada. Una pequeña bata de dormir que dejaba ver mucho más de lo que intentaba cubrir. El joven demonio se sonrojó de inmediato. Kagome era demasiado inocente como para haberlo hecho a propósito; por tanto, las coincidencias habían sido muy generosas con él. Era natural que el hanyou se comportara como cualquier otro hombre, humano o no, en aquella situación; acercándose suavemente a la joven pero siendo agradablemente sorprendido por esta en el momento justo en que lo abrazó. O aun más... al acariciar de nuevo sus labios; con la misma ternura, con la misma intención. No podía, en verdad no podía, Inu-Yasha ya no pudo separarse de aquellos labios, así que la abrazó con fuerza, sin recordar que su condición de humana la hacia más sensible. Con lentos movimientos, Kagome fue guiando al joven hasta la cama, donde se dejaron caer con ligereza. Fue tanto el tiempo en que el demonio se mantuvo reprimido que terminó desgarrando la delgada y transparente prenda de su anfitriona. La miró, como hipnotizado por aquel cuerpo, sin poder quitarle la mirada de encima. Y ella en la misma situación solo que esta se mantenía atenta y absorta a los hermosos ojos del joven. Acariciando peligrosamente los senos de Higurashi con sus garras, Inu-Yasha creyó tocar a un ángel y lo “mejor” era que no podía detenerse. * Kagome, por favor, haz algo para detenerme. * Le habló mientras besaba su cuello. * Es que... yo tampoco puedo evitar que continúe. * En un inútil esfuerzo por controlarse, el hanyou le rogó por detenerlo, ya que él no se sentía capaz de lograrlo; el colmo fue que ella, de igual forma nada podía hacer para detenerse siquiera ella misma... mucho menos al demonio. Ya todo era inevitable, con Kagome desnuda, Inu-Yasha no tuvo de otra más que darse cuenta de que ella era probablemente su único punto débil; lo que lo hacia vulnerable totalmente... estaba enamorado. * Kagome... hueles bien. * Así era; no fue la primera vez que se lo dijo. Ahogando su olfato en el cabello olor a flores de la joven, el chico mitad demonio pareció embriagarse con tan agradables aromas y visiones. Cual gatito cariñoso, pareció ronronear poco antes de iniciar con la lluvia de besos al cuerpo de Higurashi; enfocándose casi por completo al cuerpo femenino y siendo capaz hasta de morder levemente aquel área. Ante esto, Kagome, más que dolor, sintió escalofríos al momento en que los colmillos del hanyou se clavaron lenta y suavemente en su sensible piel. Hermosas sensaciones que apenas conocía; eran tantas y en todo su cuerpo que tardó en percatarse de que la garra derecha de Inu-Yasha frotaba insistentemente su entrepierna provocando la excitación en aquel cuerpo; un cuerpo que no tenia idea alguna de que estaba experimentando, pero cuyas reacciones ponían en evidencia el deseo de sentir cada vez más. * Inu-Yasha, espera, por favor. * Lo único de lo que el joven pudo percatarse fue de que se detuvo automáticamente apenas escuchó aquellas palabras venir de la boca de su amante. Un tanto decepcionado, creyó que Kagome no deseba continuar. Desechó ese pensamiento cuando la chica lo guió para que el terminara de espaldas sobre la cama, con ella sobre su cuerpo y con cada una de las piernas a los costados de este, casi sentada sobre él. Despojándolo de cada una de las prendas hasta dejarlo igualmente desnudo. Quizás esta por demás mencionar que ella se impresionó con las proporciones del cuerpo del joven demonio; es cierto, jamás había visto de esta forma a un hombre, sin embrago el hecho de que él fuera mitad bestia lo hacia de cierta forma más intimidante. No permaneciendo mucho de este modo, Inu-Yasha se sentó en la cama manteniendo a la chica sobre él y regresar a probar los labios de esta. La caricia volvía a ser suave; era pura tranquilidad la que a través de este contacto le podía transmitir Kagome. * Este sabor, este olor... me siento mareado. * Las palabras del joven invitaron a Higurashi a echar a volar la imaginación y pensar en que tan hermoso sería el momento cumbre de este inesperado encuentro. Pero meditar en eso ahora, estaba de más; la chica se percato más del presente debido a los labios exploradores que a sus senos recorrían. Movimientos suaves y exquisitos fueron los que realizó el hanyou para probar la fina y delicada piel que ella poseía. Hasta se dio el lujo que su lengua jugueteara un rato con los pezones de la joven e incluso clavar superficialmente uno de sus colmillos en el pequeño pezón derecho. Kagome reaccionó arqueando la columna y echando atrás la cabeza... deseaba más. Todo lo demás paso tan rápido, que lo único que ella supo fue que se encontraba acostada frente al joven y con las piernas abiertas casi por completo; lo demás sucedió por consecuencia lógica. El joven demonio se colocó justo en la entrada vaginal de la chica para luego adentrarse lentamente en su pequeño cuerpo. Los primeros minutos fueron solo de ingreso paulatino sin retroceder un poco siquiera, así, fue cuestión de tiempo el que él hanyou destrozara fácilmente la barrera que le impidió llegar al fondo de aquel recorrido. Su dolor fue considerado, pero no tan grave como imaginó, quizá fue temor a lo desconocido o el hecho de que lo único realmente importante era el lazo, la unión que estaban formando justo en ese instante. Inu-Yasha permaneció estático durante un rato; y la observo, su rostro se mostraba cual campo de amapolas rojas, sonrojada; había un pequeño brillo en sus pupilas que apenas y lograba ver por los entrecerrados ojos de esta. * Qué sucede, por qué te detienes?... es que acaso...? * Todas esas preguntas solo hacían denotar la inseguridad de la joven. Su cuerpo, el momento y la unión, a pesar de eso al demonio pareció no importarle; salió de su cuerpo y después, con suavidad, logró que Kagome se arrodillara sobre la cama. La posición adecuada  para penetrarla con fuerza desde atrás. Pretendiendo lograr sus dos objetivos de la noche: conseguir el placer que el cuerpo de una mujer le proporciona a un hombre, y lograr ese mismo efecto en ella. Con su miembro tan adentro como pudo, el joven mitad demonio dejó que casi todo su peso corporal fuese recibido por la espalda de la chica. El hermoso y largo cabello plateado calló sobre los hombros, tanto de Inu-Yasha, como de la humana. He aquí un extraño vinculo que seguramente jamás volverá a presentarse entre personajes de estas distintas razas, que no sean ellos. Los primeros fueron los padres del hanyou; ahora eran él y la mujer que vino de una época distinta tan solo para sembrar el amor. Un semi-demonio uniendo su cuerpo al de una humana, quizás esa ya era su naturaleza, su destino... el enamorarse de una mortal. Ya era necedad el tratar de prolongarlo más; Inu-Yasha entró fuerte y constante al interior de la chica en tanto que esta había dejado descansar la cabeza en la cama; apretando y mordiendo las sabanas, tratando de contrarrestar los “golpes” del miembro del muchacho a su retaguardia. Las lagrimas volvían. Representaciones puras de emoción, pasión y un poco de dolor. El demonio acarició el cabello de su amante poco antes de recogerlo a un lado para besar y morder el cuello de la mujer e ir subiendo paulatinamente hasta hacerla girar un poco la cabeza y por sobre el hombro, besarla desesperado en sus suaves y húmedos labios. La oleada de placer tocó la cima cuando el delicioso orgasmo los alcanzó a los dos casi al mismo tiempo. Los músculos de ambos se tensaron y creyendo que no podrían soportar más, dejaron escapar tanto las fuerzas, los líquidos y el aire que habían reprimido durante todo ese lapso de tiempo. Los gemidos fueron satisfactoriamente retenidos por los labios de cada uno. El hanyou volvió a introducir superficialmente uno de sus colmillos a la suave piel del labio inferior de la joven Higurashi. Sosteniendo los senos de Kagome con cada una de sus manos, el hombre mitad demonio creyó estar en el cielo, producto de la “duradera” sensación del orgasmo que recién había liberado su cuerpo. Higurashi, libre pro fin del abrazo en que su amante la mantenía, se recostó agotada, de espaldas sobre la cama con el joven demonio descansando la cabeza sobre los pechos femeninos, escuchando el loco latir del corazón de su amada. Pasaron los minutos, treinta o cuarenta quizás, y las palabras aun no emergían. La situación no las necesitaba, ni las necesitó; sus cuerpos lo habían dicho todo y ahora el silencio hacia lo mismo pero de forma distinta, obligándolos a reflexionar. Kagome agradeció que Sota y su abuelo durmieran como rocas, razón por la cual no los escucharon, mientras que su madre había quedado totalmente cansada por los quehaceres diarios. Solo atinó a sonreír ligera y divertidamente; había tenido bastante suerte de que, por su descuido, los demás no se percatasen de todo lo que acababa de acontecer en su habitación. En cambio, Inu-Yasha tenia cosas más profundas en que pensar; estaba fascinado... nunca creyó que su amor por Kagome pudiera ser manifestado de esta forma tan compleja y perfecta. Tenía la mirada totalmente perdida en el techo de la habitación, minutos atrás habían cambiado de posición siendo ahora el demonio quien permaneciera de espaldas al colchón, con la chica recostada cómodamente sobre el pecho del hanyou. Él adoraba esa cama, aquella donde su querida humana había sido tan solo para él, además... era muy cómoda. Era feliz, por primera vez en su larga existencia era realmente feliz. Sentía como sus dedos y labios habían dejado huella en la piel de esa mujer... el estaba en la misma situación; le era extremadamente agradable el estar completamente impregnado con el aroma de su amante, ese aroma que tanto le gustaba y que ahora también formaba parte de su cuerpo, de su alma. Así había sido, estos dos cuerpos se habían unido al fin, uniendo con esto más que sus simples y “mortales” cuerpos, también habían logrado unir a dos razas completamente diferentes, otra vez en la historia. Un hombre mitad demonio y una hembra humana que compartían el común denominador que ocasionó todo paulatinamente: su extraño e inusual amor. Y también, entrelazaron dos épocas que, por lógica del tiempo, deberían repelerse. El lejano pasado y el, también, lejano futuro... unidos por este sentimiento que no reconoció las limitantes de las distintas épocas. Un suave beso en la mejilla por parte de Kagome logró “despertar” a Inu-Yasha de las profundidades de los hermosos pensamientos que en ese momento tenia. La miro: hermosa, desnuda y relajada.... Y solo una frase cruzó la mente del demonio para luego dejarla salir con una sinceridad y naturalidad increíbles.... * ¿Podemos hacerlo de nuevo, Kagome?. *

Finalizado.

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Mi primer fic de Inu-Yasha.

Aunque creo que quedó medio tierno; ¿han notado que los hago más suavecitos?... pero ya no. Los que sigan después deberán ser más fuertes, lo prometo.

Eso sí, con otras parejas porque desde que apareció Kikyo, las cosas entre esta pareja se enfriaron para mí.

~*~

Este fanfiction fue escrito por MAEDA Ai Y es material de “Fallen Angel”.

Totalizado el 20 de Febrero de 2003.

La dama del Hentai: Maeda Ai.

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5 years ago

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Ichigo And Tiny!Rukia
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