Enfermedad De Hanahaki - Tumblr Posts

—el Hanahaki es una enfermedad que afecta a personas con un amor no correspondido, no hay una edad en especifico donde sea más propensa a surgir, ni un sexo en especifico— el profesor explicaba con una voz monótona aquel tema como si fuera la primera vez que nos lo enseñan. Cada año sin falta metían ese tema al plan de estudios, nos lo sabíamos al derecho y al revés —Al no ser correspondidos el corazón comienza a producir una sustancia conocida como "hana-byō", al mes de contraer la enfermedad quien la padece comienza a toser pétalos de flores, a los tres meses comienzan los problemas respiratorios, a los cinco meses tallos de flores comienzan a crecer al rededor del corazón— ahí el profesor detuvo su explicación, nunca nos explicaban más allá de eso.
Alguien a mi lado levanto su mano —¿que ocurre después de los cinco meses? Nunca nos han querido explicar eso.
—ese es un tema delicado y no todos se sienten cómodos hablando de ellos, menos si alguien cercano padeció el hanahaki— todos lo miraban a la espera de que continuara con la explicación, suspiró y siguió hablando —los tallos siguen creciendo mientras aplastan lentamente el corazón e invaden otros órganos, para ese punto quien lo padece ya no puede respiran sin ayuda, sufre taquicardia por el esfuerzo del corazón en cumplir con su función, y las "mariposas en el estomago" se convierten en avispas, pierden la capacidad del habla y el dolor les impide ser racionales, se convierten en seres llenos de dolor incapaces de pensar. Algunos creen que para ese momento lo único que ronda por sus cabezas es aquella persona que no les correspondió. Al final mueren.
El salón se hundió en un profundo silencio donde el tictac del reloj se clavaba en nuestras cabezas. El hanahaki parecía lo peor que le podía pasar a las personas. Fue en ese momento cuando comprendimos el porque nos mantuvieron en secreto las consecuencias del hana-byō. No querían que le tuviéramos miedo al amor. No querían asustarnos.
—el hanahaki puede curarse con una operación, pero eso involucra dejar atrás todos los sentimientos que lo provocaron. Olvidando a la persona que amaron.
Nadie se movía, nadie reaccionaba, y el profesor solo nos veía sintiéndose culpable de todos y cada uno de los pensamientos que pasaron por nuestra cabeza.
"El amor duele"
∞∞∞
Ya había pasado un año desde que aquel profesor nos habló del hanahaki. Un año de temerle a conocer a aquella persona que se robara mi aliento y que me provocara mariposas en el estomago porque le temía a perder ese aliento y a las avispas que invadirían mi interior.
En aquella época la relación que mantenía con mis compañeros se fue alejando hasta volverse casi nula, no cruzábamos palabras, nadie se hablaba, aquellos que mantenían una relación igualmente acabaron por separarse. Todos le temían a las relaciones. Todos le temían al amor.
Luego de graduarme entré a la Yuuei, esperaba no encontrar a ninguno de mis antiguos compañeros y que revivieran esos amargos recuerdos de la secundaria. Aunque me terminé topando con una chica, aquella chica me parecía la persona más genial y masculina que había conocido. Su nombre era Mina, nos volvimos cercanos, tanto que acabamos tomando la decisión de iniciar una relación, en ese momento comprendíamos nuestros sentimientos y el hanahaki no nos preocupaba, confiábamos el uno en el otro, pero lo que creímos que era amor no era nada más que un estúpido intento de no estar solos.
Acabamos tomando caminos diferentes, nos enfocamos en nuestros estudios y pasatiempos, tiempo después dejó Yuuei para estudiar en una academia de baile. Todo terminó en buenos términos, pero el vacío en el corazón igual apareció. Sabía que ella era feliz haciendo lo que amaba y con la nueva persona que llegó a ocupar su corazón. Y yo... Yo tenía a Kaminari, el único amigo que había hecho además de Mina, y como ella, él no tardó en alejarse de igual forma cuando conoció a quien él llamaba "el amor de su vida", era tan feliz estando a su lado que no dije nada cuando comenzó a distanciarse.
—A partir de hoy tendrán un nuevo compañero... Adelante, puedes presentarte— la voz calmada y desganada del profesor fue opacada por la voz del nuevo estudiante.
—me llamo Bakugo Katsuki.
—con eso es suficiente, al fondo hay un asiento vacío.
Él camino hasta su lugar, justo al lado del mío. Miraba al suelo, caminaba algo encorvado y su uniforme estaba desarreglado, daba una muy mala primera impresión.
En todo el día no cruzó palabras con nadie, solo tomaba notas, murmuraba cosas que estoy seguro de que eran malas palabras y miraba al suelo. Para ser honesto, me daba algo de miedo.
Hay casualidades que no esperas, como encontrarte a tu ex-suegro en la tienda o llevar la misma playera que otras personas en una reunión, pero de todas esas casualidades el toparme a Bakugo mientras iba camino a casa no era algo que esperaba que sucediera. Cuando chocó su hombro con el mío imaginé cientos de escenario donde yo salía herido. Pero en lugar de eso el solo se disculpó, desvió la mirada y se dio la vuelta. Justo ahí mi percepción sobre lo que era un chico rudo y antipático cambió, no parecía alguien malo, solo era alguien marginado, asocial, distante, alguien que se parecía a mi.
Intenté mil y un cosas para acercarme a él, pero solo me ignoraba.
—hey, Bakugo...
—vete a la mierda— no cruzábamos palabras además de eso.
El tiempo pasaba, las hojas caían y el frío cubría el ambiente. El café en mis manos era lo que me brindaba calor y me salvaba de morir congelado en aquella ruidosa cafetería, que era un poco, solo un poco, más calidad que el salón de clases. Aunque en esos momentos, donde me debatía sobre seguir disfrutando mi café o seguir estudiando para los exámenes, el frío era lo de menos.
Dejé caer mi cabeza contra la mesa, no entendía nada y mi café se enfriaba.
—oye, shittyhair... ¿tu... Ehhh... Necesitas ayuda?— al sentir los toques en mi hombro y su voz llamándome levanté la cabeza, la luz de los ventanales iluminaba su cabello y hacía que sus ojos brillaran como fuego, era la calidez que quería sentir cada día, cada amanecer y anochecer. Ver esos ojos me hizo sentir calor en aquella helada mañana.
—si...
—hazme un espacio en la mesa— moví mis cuadernos, mi café y me recorrí en el asiento para dejarle el lugar.
—¿con qué tienes problemas?
—matemáticas...
—deja de susurrar, me irritas— hasta ese comentario no me había percatado de lo bajo que estaba hablando, ni de lo retraído que estaba, parecía a la defensiva esperando cualquier ataque de Bakugo, en cambio el se mostraba tan natural, sin ningún miedo ante la plática.
—lo siento, por cierto, soy Kirishima.
—me da igual. Dame tu cuaderno— pasamos toda la hora del almuerzo estudiando, era algo rudo a la hora de explicar, pero a la vez era amable.
—¿podríamos... Tu... Digo... Salida... Ehh...
—solo dilo.
—¿a la salida podemos reunirnos a estudiar?
—claro, no tengo nada que hacer luego de clases.
Nuestras reuniones continuaron volviéndose cada vez más frecuentes, ya no solo estudiábamos, pasábamos tardes enteras hablando, compartiendo nuestros intereses y volviéndonos más cercanos. Las tardes frías eran cálidas a su lado.
Bakugo era el fuego ardiente que llegó a iluminar mi vida, quien llegó a sacarme de la soledad y quien me hizo dejar el miedo al amor en el olvido. Ya no le temía al hanahaki. Ya no le temía a mis sentimientos. Ya no le temía a Bakugo.
Cada vez que me miraba, cada vez que me sonreía, cada vez que escuchaba su voz la calidez en mi corazón crecía y las mariposas se multiplicaban. Quería permanecer a su lado para toda la vida.
—¿quieres ir a una fiesta?
—¿tu vas a fiestas? Creí que odiabas esas cosas.
—es el cumpleaños de un amigo o algo así, estoy obligado a ir y si tengo que ir prefiero que este alguien que si me agrade en la fiesta.
La fiesta fue un sábado, aún recuerdo el olor de la loción de Bakugo, el color de su camisa y su cara de fastidio al ver a todos los invitados. Se refería a cada uno con apodos, hasta a su amigo, quien cumplía años, lo llamaba por un apodo y no por su nombre.
—hola, Kacchan— ¿kacchan? —creí que no vendrías, no te gustan las fiest...
—cállate maldito nerd de mierda, yo no quería venir.
—Bakugo, no seas tan grosero.
—no te metas, Kirishima.
Hace tiempo había dejado de llamarme "shittyhair", había ganado su confianza y había conseguido que me viera como un igual y no como alguien inferior a él.
—¿Kacchan, quién es él?— cuestionó el chico peliverde, era un poco más pequeño que Bakugo y que yo, me veía con curiosidad.
—él es Kirishima.
—nunca habías traído a algún amigo... Creí que no llamabas a nadie tu amigo... Él... ¿es tu... Es... Tu novio?
—no— seco, frío, cortante. Ese "no" me devolvió a la realidad, una donde no era realmente alguien tan importante para Bakugo, donde no podía ver su rostro cada mañana y donde mis sentimientos no eran correspondidos —¿porque saldría con alguien? Las relaciones son pura basura.
—si Kacchan, lo siento— el chico tiró de las mangas de su playera, parecía temerle a Bakugo pero aun así quería acercarse a él, y por más que Bakugo se mostrara a la defensiva no lo alejaba. Eran cercanos.
Me sentía incomodo, nadie al rededor estaba prestando real atención a nuestra conversación. Parecían acostumbrados a que eso sucediera. Todos conocían la relación entre Bakugo y ese chico. Y Bakugo no les había hablado sobre mi, ni a mi me mencionó algo sobre su vida social, pero... ¿porque debía de hacerlo?, no era realmente especial para él, solo era un amigo más. Un amigo al que ocultó de los demás.
—Kirishima, quita esa cara de idiota. Llevas buen rato viendo a la nada.
—solo estaba pensando.
—¿tu piensas?
—¡oye! ¡yo si pienso! No soy tan tonto.
—¿así que si eres algo tonto?
—noo... No es a lo que me refería.
El ambiente entre Bakugo y yo había vuelto a la normalidad. ¿que más daba si el no correspondía a mis sentimientos? ¿que importaba si era cercano a otras personas? No podía exigir que fuera única y exclusivamente para mi. No podía decir que era mío.
El resto de la fiesta fue un poco más relajado que la bienvenida, Bakugo seguía irritándose cada que alguien además de mi le hablaba y yo conocí a algunas nuevas caras, aun no podía llamarlos amigos, sería raro. Pero por una vez no éramos solo Bakugo y yo. No éramos las únicas voces que interrumpían nuestros silencios. No estábamos solos.
Podía confiar en que si nos separábamos por cualquier razón el no estaría solo, sabía que ese chico peliverde no lo abandonaría. Ese chico lo apreciaba lo suficiente como para hacerme entender que no era la única persona en la vida de Bakugo, pero por como estábamos las cosas, Bakugo era la única persona en mi vida.
Pensé sobre lo que había vivido con Bakugo, los últimos meses de conocerlo, sobre la fiesta y sobre mi corazón. Sabía que de seguir con estos sentimientos el hanahaki podría aparecer. Claro que lo sabía y no haría nada al respecto. No tenía la certeza de que el hanahaki apareciera, pero de ser así sabía que no me sometería a la operación, no podía olvidar algo que era tan importante para mi. No podía olvidar esa sonrisa, ese desordenado cabello y esos ojos de fuego.
No permitiría que de mi corazón fuera arrancado el amor que sentía, el amor me hacía feliz. Tan feliz que dejaría que la muerte llegase, me arrancara de esta vida y me dejara en un vacío, una oscuridad, un olvido, porque sabía que de morir en ese momento moriría feliz por el amor.
Y como esperaba, los pétalos no tardaron en aparecer, no dolía al toser, solo era incomodo. Intenté lo más que pude el ocultar los pétalos de Bakugo y de mi familia. Intente hasta que se volvió una tarea imposible, los pétalos me ahogaban, el dolor inició y las avispas llegaron.
Dejé de ir a clases, mis padres se preocuparon al enterarse de mi hanahaki, pero les dejé en claro que no quería la operación, no quería volver a esa tristeza, a esa soledad. No podía permitirme olvidar.
Se me dificultaba respirar, sentía una gran presión en el pecho y los pétalos seguían invadiéndome. Dejé de ver tan seguido a Bakugo, hablábamos por mensaje y le repetía constantemente que estaba bien, pero en el fondo sabía que el no me creía aunque me negaba a aceptar esa realidad, una realidad donde Bakugo se preocuparía realmente por mi.
Había perdido la cuenta del tiempo que estuve sintiéndome tan mal, dejé de comer, me era imposible, los tallos impedían que hablara. Tiempo atrás de habían hospitalizado, necesitaba de constante atención médica para evitar la mayor parte del dolor. Y lo único bueno de esa situación es que después de tanto tiempo, tantas noches de dolor y desvelo, tanto sufrimiento, por fin había vuelto a ver esos ojos de fuego, opacados por la preocupación.
—¿porque no me lo dijiste?— la impotencia en su voz quemaba —¿porque insististe en que estabas bien aunque estabas muriendo?— tras cada palabra su voz se elevaba —¡¿porque no aceptaste la operación?! ¡¿porque?!— lagrimas recorrían sus mejillas y apagaban el fuego de su mirada.
Moví los labios, esperando que lograra entenderme, anhelando que mis palabras me liberaran de esa presión que sentía, no la presión de los tallos, la presión de mi mente, la presión por decirle la verdad a Bakugo, la presión por sentirme liberado.
"Te amo, Katsuki"
Parecía sorprendido, ya no sabía si lo que veía era real o no, solo esperaba que realmente me entendiera. Decir esas palabras liberó esa presión que sentía, esos sentimientos que tenía atrapados, esa verdad que me quemaba.
Vi sus ojos, mientras todo se ponía negro, sabía que todo terminaría, moriría siendo feliz al ver por última vez sus cabello desordenado, sus ojos ya no tan brillantes y sus labios susurrándome —también te amo— vida pétalos saliendo de su boca, pétalos que indicaban que hacía no mucho el hanahaki había aparecido en él.
Y con esos pétalos todo se volvió negro. Todo había terminado. La muerte me había arrebatado del lado de Katsuki.
No me gustó del todo la narración en algunas partes, pero estoy conforme con la historia.
Matar personajes es mi pasión.
Tomen awa y duerman bien.
