Soledad Por Profesin.

Soledad por profesión.

I: Era viernes y estaba triste. Mis amigos tenían una fiesta, me invitaron por cortesía. Decidí no ir, no quería estar con alguien que me conociese. Terminé solo en un bar a diez minutos de mi casa, apestaba a orines, había una patrulla afuera con la maldita luz de la sirena chingandome la vista. El bar estaba jodido, la gente más. Estaba bien para mí presupuesto de esa noche, no tenía pensado gastar más de lo que me costara una botella para embriagarme en la triste y vacía habitación. Tuve que guardar unos 50$ para el taxi de regreso, aunque estuviera cerca siempre hacen sus trampas y en la noche doblan la tarifa, uno aprende. Me senté en el lugar más oscuro que encontré, hasta a el fondo viendo hacia la pared. El camarero se acercó y me dejó una carta, joder, parecía más triste que yo, casi me alegro de ser yo. La dejé de lado y pedí un ron con coca, 45$ malditos pesos por algo que ni vagamente me iba a embriagar y olvidar porque estaba ahí. En fin, llegó, lo bebí de dos sorbos, el primero con la intención de acabarlo todo de una vez, el segundo porque mi falta de capacidad pulmonar me lo impidió. Nada me hubiera hecho más feliz que beberlo en el piso al aire libre con un delicado, malditas leyes, aunque me alegra no tragarme el cáncer ajeno. Saqué mi celular por si la chica que me atrae misteriosamente me mandara un «Hey, estoy caliente y te la quiero mamar», algo así esperé rogando vagamente al destino. Nada, como es usual, era viernes probablemente ella también estaría bebiendo con alguien más imbécil que yo mientras se la dedeaba por encima de la ropa. Diría que no fue tiempo para ponerme a pensar en lo jodido de mi situación pero hey, era viernes y yo estaba en un bar más obscuro que yo bebiendo ron con red-cola, eso no era coca, lo podía asegurar. Después del cuarto vaso ya estaba listo para ir al oxxo, comprar una botella e irme a pudrir a mi habitación estando rodeado de mi humo si así yo lo quería. Pedí la cuenta, 225$, al parecer sí gasté más de lo que quería y también le compré un trago a una «blanquita, pelo negro, chaparra, con algo de senos -sin ofender- » que ni siquiera vi. Estaba demasiado borracho para arreglarlo a gritos y muy poco para no querer seguir bebiendo. Salí de allí, y esa aprovechada estaba ahí.

Soledad: III

Por primera vez, piensa. Y sólo en una cosa, soledad. Por primera vez se da cuenta de que mil y un cigarros, no llenarán el vacío que padece. Nada podrá llenar el abandono que sufrió. Mil intentos hubo y todos fallaron. No consiguió a nadie por no estar para nadie. Cansado de sí, aburrido, perdido. Nadie lo querrá así y con quien llegase a estar, lo intentaría cambiar. Es un círculo vicioso, un pozo sin fin y sin agua en cual ahogarse. Lo hizo mal una y otra vez, todos estaban mal inclusive él. Se limitó a buscar un licor barato para su café, encendió un cigarro y cayó, y cayó. Empezó a hundirse tan hondo que había llegado hasta a el otro lado. Se cansó de follar a la puta que todos follan. Se cansó de que esa puta lo follase a diario. Y dijo, «adiós».

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